domingo, 15 de marzo de 2009

Para Alfred, con el mas sincero cariño,
a unas manos laboriosas, libertarias.



Hoy recuerdo con el más sincero de los afectos, tu rostro, de rasgos fuertes, tus cejas pobladas, el color vivo de tus ojos y un acento inconfundible, una mirada dulce soñadora que observaba el horizonte y en él se perdía. Recuerdo, tus palabras tus gestos maravillosos, tu afán de caerme bien, por encajar a pesar de nuestras diferencias, entre ellas la edad, repetías que la clase social, y yo insistía en que esas diferencias eran falsas, en cuantas mentiras no me dijiste, para que creyera que el álgebra era tu fuerte, que tu oficio era otro, no el de un conductor, hoy en día me sonrió, para saber años después que tan solo sabias leer y escribir, claro, cuando lo confesaste sentí pena, días como hoy doy gracias por hacerme parte de esas confesiones intimas y especiales, de nuestra corta y extrañamente extendida historia, sin embargo, Alfred es de confesar que no hablo de ello, que eres uno de mis grandes y profundos secretos que he cuidado con el alma.

Con el pasar de los días, de los años, once, algo así, me he dado cuenta que siempre insistimos en mantener comunicación es de aclarar que aunque ya hace más de dos años no sabemos nada el uno del otro, nos estamos preguntando ¿qué hacemos? desde lo lejos que nos encontramos, y hoy me gustaría encontrarte, ya soportamos las confesiones de uno y otro, llamadas cada tres años, recuerdo mi búsqueda permanente, recuerdo, que una llamada nos unió un diciembre gracias a tu primo que hizo la tarea de buscarme juiciosamente, como por un año, como en el 2005 ya no lo recuerdo… las confesiones de nuestras vidas en cada momento que nos encontrábamos, la familia que conformaste, mis amores, claro siempre el profundo eras tú, el escondido, el que me ubicaba cada seis ,siete cinco meses, cada año, en cada navidad, en cada cumpleaños, a cada instante que lo necesitaba, recuerdo aquel 31 fin de año uno de los mas especiales, contar con tu presencia fue algo bello, claro tuve que recurrir a varios medios para llegar hasta dónde estabas, con el tiempo descubrí que me mentías que no estabas allí por mí, o bueno un poco, pero también habían otras razones… que no vamos a recordad en estos momentos, como le escribí a un amigo en estos días: “mentiras que con el tiempo se tornan en confesiones”, las tuyas siempre me sorprendieron, pero la complicidad con las que me las contabas, la necesidad de hacerme parte de ellas, me hizo sentir parte de tu vida, de lo que eras, de cada paso que dabas.

Siempre tan pendiente de mi, que hoy en día hasta lo echo de menos, me consolabas cuando lo necesitaba, me escuchabas pacientemente, reconociendo que algunas cosas te herían, y hasta te molestaban, debo reconocer que algunas veces también me heriste con aquellas “confesiones”, sin embargo descubrimos que cada uno tenía perspectivas diferentes, y a pesar de ello sobrevivimos al pasar de los años.

Valoro de nuestra historia, que te esforzaras, por buscarme y encontrarme, que abrieras un correo para esta labor de escribirme: hola y te recuerdo, adiós; el aprender a usar la computadora esa tarea molesta de escribir, con mucha dificultad, no entendías como podíamos hablar por msm, es casi un monstruo para ti, por ello gracias por enfrentarte a estas labores molestas, por estar allí y serenamente leer mis correos, es más aún conservo un mensaje el único, el primero y el ultimo que me enviaste a mi celular: Hola dianita cuéntame k hace hoy viernes… Julio 15 de 2007; ese día lo guarde supongo que llego antes, pero recuerdo que ese viernes que lo recibí estaba tomando un café en la 15 con 72 y eran más o menos las 7 pm.

Tantos recuerdos, Alfred, tantas cosas que no volverán, hace mucho no hablamos, años para ser más exactos, solo que quisiera contar con tus palabras de comprensión, tu sí que me conoces dejaste muchas enseñanzas en mi vida, muchas fechas para recordar, un sabor dulce, un gran amor, un gran amigo, un gran ser, quisiera compartirte tantas cosas que me atañen, hoy en día después de muchos años me encantaría darte un abrazo el que me negué a darte tiempo atrás, contarte de las nuevas historias en mi vida, de un nuevo amor, algo te alcance a decir en un mail meses atrás como en mayo de 2008, que por ello nunca más me respondiste, aunque sé que tiempo atrás ya venía alejándote de mí, yo sé mi sinceridad y mis palabras duras terminaron con las llamadas y los encuentros casuales de vez en cuando, (como desde el 2005); te lo dije más de una vez como dice Pablo Milanés: “que no bastaba que me entendieras y que murieras por mí que no bastaba que en mis fracasos yo me refugiara en ti”. Notaste mi felicidad, mi cambio, hasta de cierto modo un rechazo a ti, a lo que solíamos ser, lo siento, realmente lo amo mucho, a él no le hablo de ti... y no nos enredemos en ello.

Para estas fechas siempre te recuerdo, claro sin saber donde estarás supongo bien, imagino que la familia también, claro lejos en otro país, cuando te fuiste me resiste es más me negué a tu partida, y te ibas solo... y lo recuerdo por estos días, ya que aunque historias lejanas nada parecidas, de nuevo me resisto a la partida de alguien que amo profundamente que me niego a dejar ir...; recuerdo cuando me entere que ya estabas en otro país, con otra vida, y sin opciones de si quiera un hasta pronto.

Hoy recuerdo con profunda felicidad, que durante mucho tiempo luchamos en silencio por mantener un contacto, es mas Alfred, este es el capítulo de mi vida jamás contado, creo que tres o cuatro personas conocen la historia, no ha profundidad, jamás la contaré como ocurrió, recuerdo cosas, no en detalle, pero las recuerdo, son muchos años, como veras pasa el tiempo, pero creo que ahora ya no me importa revivir con palabras lo que fuimos, ni contar algo de mi vida, es mas creo que por estos días las palabras y este espacio se convierte en un gran aliado, casi una trinchera para sobrellevar algunas cosas de mi vida, con el más profundo afecto, para A. Osorno D. con aprecio, Diana.

Pd: Recuerdo cierta música, de estos a años, ciertas letras y regalos de cada uno, Niche: Eres, de Willie Colon: Idilio, Cueste lo que cueste, Demasiado corazón, de Andrés Calamaro Crímenes perfectos (que aun me acompaña por la vida)… un reloj, una cobija, tus asomadas por la ventana cada mañana, las entradas y salidas a escondidas, las casualidades de encontrarnos sin cita previa, las vueltas en la bici de mi papa, nuestro primer encuentro en la gran ciudad, y un par de cosas más…
. De estos años aprendí a ser paciente, tranquila, serena, a tolerar; de ti, tu apoyo incondicional, tus palabras silenciosas siempre llenas de afecto que me acompañaron durante muchos años de mi vida.



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