jueves, 27 de noviembre de 2008

Silencios

Nada me preocupa más que tu silencio,
perturbador envolvente en el que te guardas,
más que tu rostro parco y enojado me subyacen tus frías manos
recurrentes por mi cuerpo.

Ilusiones vagas

Pensado en tus ilusiones vagas,
y más profundas.

Las palabras van y vienen,
sin embargo no comprendo, como las mías se las lleva el viento,
¿por qué tan olvidada?; si ayer sonreías y vivías en los encuentros del pasado,
y aunque ahogas las sonrisas;
en las fantasías, calmas las heridas con las nuevas ilusiones.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Mis encuentros I.

En tu piel descubrí el sabor dulce de mis manos,

en tu cuerpo delicado y blando sentí mis latidos,

me encontré en tu mirada, me palpe en tus muslos y

me ahogue en tu vida.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Las miradas, las sonrisas.



Desde que llegue aquel lugar, sentí una mirada penetrante que iba y venia, no era la primera vez que sentía esa mirada solo sabía que era la misma, con curiosidad empecé a observarla y acercarme a ella o mas bien a él; pasaron los días y cada tarde nos encontrábamos; sentados en una mesa nos dimos cuenta de las conversaciones que podíamos sostener, muy educativas y entretenidas …las risas, las sonrisas las manos se cruzaban en el aire, en el aire pesado y tibio de las tardes y noches en las que nos encontrábamos a desbaratar las vidas ajenas…pero que importaba ya habíamos logrado pasar de las miradas, a la silla, en la silla a la risa, a las manos y a los cuerpos cercanos.

Pronto logramos salir de ese lugar, no todas las tardes y noches podíamos estar en lo mismo, había que dar otro paso, había que salir, salir y probar de otros aromas de otros lugares de otras gentes de otras vidas; pero esa salida, en esa noche no fue lo que mis sentidos quisieron, no fue lo que mi vida quiso.

Salimos una noche cualquiera no pensada, no planeada, en aquel lugar, sí, las sonrisas, la música, el aire turbio, la oscuridad nos acercaron, salimos de prisa sin rumbo, ó por lo menos yo no lo tenía claro, pasamos la gran avenida, caminamos, por detrás de un cementerio, después del cementerio me imagine que no era bueno, ¿o sí?, ya no sabía él solo sonreía y me llevaba de su mano, de un momento a otro entramos a una zona deprimida de mujeres tristes, golpeadas y abandonadas por el tiempo, pero en la noche lo que único que vi, en medio de tanta oscuridad fueron sus sombras tristes y abandonadas, y sus palabras –papito venga ¿cuanto me da?, ¿para donde van? hay para los dos— caminamos por las calles destapadas; alrededor de nosotros construcciones iguales que estas mujeres, de prisa él timbro en una puerta amarilla de rejas blancas y se escucho una vos fría –entren pero no hay luz— solo eso llego a mis odios fue lo que alcancé a escuchar, ¡entren pero no hay luz! Y yo que no entendía, en medio de una gran ciudad ¿que no hay luz?, pero en el resto sí, finalmente en medio del –vengan que hay para los dos— que más da, casi me metí de primeras.

Luego con vela en mano, jabón, toalla, papel higiénico y detrás de una señora gorda, mal peinada, mal vestida, todo mal, caminamos por un zaguán largo y estrecho, el olor a humedad fue lo primero que sentí, luego los sonidos, voces, y ruidos de las piezas –sí, sí, más, más— y hasta sollozos, finalmente la nuestra, una pieza pequeña, imagino que igual a las otras; pegada a la pared el catre, sí no merecía otro apreciativo, ¡catre!, las paredes húmedas, una mesa de noche unos espejos, y sentí que ya no quería estar allí, pero ya estaba tarde para un no, la gorda pregunto –¿cuanto tiempo?, ¿es por horas?—. Él pago y cerró la puerta. Las cobijas y las sábanas estaban viejas, de mal olor, finalmente paso, detrás de un cementerio, a la luz de una vela, en medio de la humedad, del mal olor, por encima de las cobijas viejas en pleno centro y debajo y al lado de los espejos.

Cuando termino, lo que empezó en el encanto de las miradas, él se levanto, se llevo el medio rollo de papel higiénico junto con la vela entro al baño, se sentó en la tasa y lo vi cagando a través del espejo, termine de ver al ser humano en todo su esplendor, recordé los ruidos de afuera, el –sí, sí, más, más—, el ruido de los catres, las mujeres olvidadas, el –vengan hay para los dos—, la gorda de la puerta y sin luz, deje salir mi llanto, levante los ojos y él seguía pujando en la tasa, que descomposición, de la ciudad, de las calles, de nosotros, del ser humano y en especial la mía.

Casi no me visto de mi horror, huí y me encontré con una gran avenida, espantada, aterrorizada mire la figura del cementerio y en la entrada leí una frase en latín que ni intente adivinar que decía; él detrás mío extasiado, saboreándose, oliéndose; tome el taxi llegue a mi casa y nunca más lo quise recordar, a él no lo volví a ver, deje de creer en las miradas y sonrisas, es más ya ni miro ni sonrió.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Tu vos

En las noches cierro los ojos, escucho tu vos rondando en mi oscuridad, siento tu eco en el silencio de mi soledad.. sucumbo en ella mientras se pierde en lo lejano y oscuro.

martes, 9 de septiembre de 2008

Me gustaría bajar las escaleras, encontrarte en ellas,
detenerte en un grito de auxilio,
pedirte que preguntes por mi rostro, por mis gestos
que te preocupes por mi cuerpo por mis manos,
me gustaría contar lo que callo,
las dudas que me afligen y hieren,
saber que estas para mi,
que lees mis gestos, mis olores y colmas mis silencios…

lunes, 8 de septiembre de 2008

Sin Palabras

¿Qué puedo decir,

qué puedo hacer,

qué puedo sentir,

qué puedo expresar?,

sin palabras me he quedado,

sin palabras me has dejado,

si en tus manos me has llevado,

y no me has regresado….

domingo, 7 de septiembre de 2008

De nuevo para ti

Que el aroma de tu ser recorra los rincones de mi vida,

que perfume las mañanas las tardes y las noches,

que descalza ronde por tu vida y sucumba en tus entrañas,

que me lleves a otro mundo,

en el que pueda dormir en lo profundo de tus ojos,

y renazca cada mañana en tu compañía…