Nada me preocupa más que tu silencio, perturbador envolvente en el que te guardas, más que tu rostro parco y enojado me subyacen tus frías manos recurrentes por mi cuerpo.
Las palabras van y vienen, sin embargo no comprendo, como las mías se las lleva el viento, ¿por qué tan olvidada?; si ayer sonreías y vivías en los encuentros del pasado, y aunque ahogas las sonrisas; en las fantasías, calmas las heridas con las nuevas ilusiones.